Gru, mi villano favorito

Ir al cine siempre es un placer si se hace en buena compañía (y yo la tengo todos los días) y con un buen cartucho de palomitas (las mejores de Almería están en el Gran Plaza en Yelmo Cineplex). Si encima es para ver una película de animación y en ella te llegas a sentir identificado, la cosa ya es inmejorable. Pues bien, recomendado por Mikel Erentxun (su página web da mucho juego), me presenté anoche con mi rubia en el Gran Plaza para ver Gru, mi villano favorito y debo de confesar que salí muy satisfecho por dos cosas. Es una película preciosista, muy bien acabada y, lo más importante, transmite un sentimiento, una idea: las apariencias engañan y siempre hay un gran corazón en aquellas personas que menos te los esperas. No llega al nivel de exquisitez de Ratatouille, mi película de animación favorita, pero me hizo sonreir y pensar mucho tras salir del cine. Y eso hoy día es algo que pocas películas consiguen. La recomiendo encarecidamente porque merece la pena ponerte en la piel de un villano malo malísimo y terminar siendo el bueno buenísimo. Un topicazo que en manos de Illumination Entertainment se lo pone difícil a Pixar y Dreamworks.

Lara Croft vuelve

Ha sido una grata sorpresa. Abandoné hace muchos años a Lara Croft porque su enrevesada mecánica de juego con tantos saltos y quebraderos de cabeza eran ya demasiado para mi mente, ávida ya de videojuegos más directos, con acción sin concesiones y argumentos e historias más livianas. Por eso la vuelta de tuerca del Guardián de la Luz ha supuesto un soplo de aire fresco a mi estereotipada imagen de Tomb Raider. Acción, puzzles en sus justa medida, y un acabado gráfico sobresaliente todo ello bajo una vista isométrica en la que se deja notar y mucho el mimo con el que los creadores de este preciosista videojuegos han creado y dado forma a nuestra querida Lara Croft.

Áltamente recomendado.

Medal of Honor

Intenso. Y de menos a más. Con un final épico, eso sí, esperado pero heroico. Así podrían definirse las sensaciones que transmite la última entrega de la premiada y reconocida serie de videojuegos Medal of Honor. Tras haber disfrutado con todas y cada una de sus entregas (y son más de diez, tres de ellas en PC), en esta última, nos transportamos a Afganistán para combatir como marines a las fuerzas talibanes y la encomienda se torna interesante a medida que avanzamos en su trama con secuencias cinemáticas que algunas veces alcanzan un realismo exacerbado, para no pestañear. También hay momentos en los que la acción se resiente, y mucho, por arquetipos y momentos demasiado manidos ya en el género de los shooter 3D. En cualquier caso es un juego que merece la pena. Eso sí, demasiado corto. Tanto que al que redacta estas líneas sólo ha necesitado poco más de 5 horas para acabarlo. Sin duda, su mayor lastre.
Al menos ha sido un buen bálsamo para desgañitarme de tanta presión y estrés tras dos semanas ininterrumpidas trabajando (con puente del Pilar de por medio) en las que ha habido demasiados sobresaltos y noticias amargas.
¿Y ahora qué?. Pues vuelta a empezar la cuenta atrás para mi próximo objetivo: Call of Duty Black Ops. ¿Alguién dijo que el PC estaba muerto?

De puentes

Suena el despertador. Apenas hay luz. El cielo encapotado descarga con virulencia pequeñas y afiladas agujas de H2o que impiden que los rayos del sol lleguen a realizar su función. La luz intensa y concentrada del teléfono móvil juega al unísono con esa vieja canción italiana de los cincuenta. No hay ganas de levantarse. Lentamente giro mi cuerpo sobre sí mismo y olfateo con virulencia la almohada. Huele a ella, ese perfume único. Hace horas que se fue. Cierro los ojos, palmoteo el móvil y vuelve la oscuridad.
De repente, un fuerte estruendo suena a escasos centímetros de mi tímpano izquierdo: ¡¡¿Qué haces?!!, ¡¡espabila!!. Abro lentamente los ojos mientras comienzo a erguirme. Estoy en medio de la Redacción, son las siete de la tarde y aún me quedan por entregar cinco páginas.

Ya sólo quedan cinco días para hacer como que no hago nada.

Viernes que son lunes

Llega el viernes, un puente para muchos. El mío es un lunes cualquiera. Aún quedan siete días más trabajando. Habrá que echar el resto. Ya llegará el momento de descansar, de desconectar. Let´s go...

(No es) El mejor de mis días

Hoy ha sido un día difícil. Demasiados tropezones y malas noticias juntas. Eso es complicado de digerir cuando el estómago hace el centrifugado buscando algo con lo que alimentarse. Se torna casi imposible cuando los suplementos y las páginas de información te saturan y no te dejan ver más allá de lo evidente. Hay que seguir adelante, juntos, de frente, sin mirar atrás. Lo conseguiremos, seguro.
Y en esa ardua encomienda se ha cruzado en el camino el segundo videoclip de "Detalle del Miedo" de Mikel Erentxun y las Malas Influencias titulado El mejor de mis días. Ironías del destino lo hace cuando hoy no es el mejor de mis días, sin duda. Así es de juguetón algunas veces el destino.
Ayer hablaba de Fito y también de Manolo García y los encumbraba. Esta canción del artista vasco, situada en mi top five musical, ha ganado muchos enteros con las imágenes que la acompañan. Es el videoclip más bonito que he visto en mi vida. Carmen Machí lo borda, Erentxun lo remarca. Merece la pena apagar la luz y verlo y escucharlo en alta definición para dejarse llevar. Para escapar durante algo más de cuatro minutos de la ansiedad y los quebraderos de cabeza.
Gracias Mikel, sólo tú podías ser capaz de generar un poco de luz en un caos de tinieblas e incertidumbres...