martes, 5 de abril de 2011

¿What is it?

Reproduzco literalmente una frase de un teólogo ortodoxo ruso (P. Evdokimov) que tiene más enjundia que toda la trilogía de El Señor de los Anillos:
"Ningún poeta o pensador ha encontrado la respuesta de la pregunta: ¿Qué es el amor?... ¿Queréis encerrar la luz? Se os escapará de los dedos".

Pues eso.

P.D. Gracias Berta, tu presente es un nuevo reto diario para cultivar mi fe.

domingo, 3 de abril de 2011

Locura con cordura (de matrimonio)

La naturaleza es tan sabia que siempre da y quita con tanta equidad que a veces es difícil de entender esa elástica perfección, tan inalcanzable para los mortales, aquellos que aún nos seguimos conformando con andar recto y no trastabillarnos para caer al suelo. Es por esta razón por la que debo incidir en que tras romperme la crisma más de una, dos y tres veces, he conseguido encontrar el camino. Mi estado pusilánime ha dado paso a la locura con cordura. Y toda la culpa la tiene una morena que ha conquistado hasta el último rincón recóndito de mi ser. Se ha colado de manera sibilina y ya es imposible negar lo evidente. Me ha vuelto a pasar. Esta vez como nunca antes, quizás, como jámas había sucedido. Por eso camino ya a su lado sin despegarme un ápice y en pocos meses podré llevar a la práctica en mi jerga cotidiana esa palabra otrora espinosa y ahora tan gratificante a los oídos denominada: matrimonio.
Difícil de entender y a la vez tan fácil de asimilar que escapa a todo ápice de raciocinio. Un pulso más a la vida, esta vez, sin dudas. Su mirada las disipa todas de un plumazo. Es imposible darles cabida cuando cuerpo y alma han decidido por mayoría absoluta seguir esa senda. No hay curvas ni atajos, si no un camino despejado en el que esta vez no pienso romperme la crisma. Y más aún tras destrozar a martillazos un caparazón forjado de una aleación casi titánica y descubrir todas las cartas aún a sabiendas de que la escalera de color era casi una utopía.
También supone una despedida a una etapa de claroscuros, de titubeos y pedazos de un cascarón aferrado con loctite. Un portazo a una habitación en la que ya no había luz y que requería su cierre fulminante. Tapiada ya, sólo queda su recuerdo.
Locura con cordura, con olor a almendros en flor, a cabellos arremolinados por el frío viento de la sierra, de brindis con champán y amaneceres apasionados, con miradas cómplices y deseos comunes, con chispazos de adrenalina y Sabina y Erentxun.
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