lunes, 2 de enero de 2012

Amor y periodismo, el binomio perfecto

Ni era el más galán de los caballeros, ni tampoco el más introvertido. Quizás por eso, por dejar intuir lo que ocultaba tras sus alargadas gafas negras de intelectual, consiguió captar su atención años atrás. Siempre pensó que era una historia imposible, y más cuando ella lo vio de la mano de otra mujer, en pose acaramelada, sin darse cuenta de que estaba ahí, vigilándolo, siguiendo sus pasos. Su vida también tenía sus altibajos y dejarse llevar, soñar, pensar aunque fuera en la intimidad de su casa, que encontraría algún día la felicidad era posible. Se lo merecía. Lo decían todos el día que la vieron vestida de blanco entrar radiante y feliz a la iglesia, mientras aquel periodista, en la otra punta del templo, intentaba sin lograrlo contener sus lágrimas. Pero para llegar a ese momento pasó algo más de medio año. Antes hubo tiempo de poner en práctica y vivir in situ aquello que se denomina amor a primera vista. Todo el mundo habla de él pero nadie conoce a una persona cercana que lo haya experimentado. Siempre lo hacen su primo de Granada, o la tía de Cuenca... Ambos en aquellos inicios de enero, de hace exactamente un año, lo sintieron. Las miradas se cruzaron. Las manos temblaban a pesar de que ambos intentaban aguantar el nerviosismo sonriendo y mirando al otro fijamente, queriendo evitar sin éxito, que el otro se percatase de que cuando el amor aflora nos volvemos vulnerables, cristalinos, naturales, incluso, idiotas, siempre en el buen sentido de la palabra.
Lo que era, a priori, una reunión laboral entre periodista y fuente informativa, terminó convirtiéndose en el inicio de una historia de amor que hoy día sigue cimentándose más y más. Gajes del oficio o no, nadie podrá dudar que nunca una información fue tan rentable en términos sentimentales (y en otros que es mejor omitir).
El caso es que, con las cartas encima de la mesa, y una visita inesperada (aunque deseada) fueron motivos suficientes para cristalizar este momento de conexión en todos los sentidos. Algo, que viene a desmentir aquello de que los periodistas son los seres con mayor tasa de divorcio y desencuentros sentimentales.
Así son ellos, la morena de miradas cristalinas y sonrisas infinitas y el periodista rellenito y resultón con dotes de charlatán dulzón.
                                       !Felicidades!