miércoles, 12 de noviembre de 2014

De nubarrones otoñales

Es una noche atípica. Me hallo aquí delante del ordenador, con unos cuantos juegos triple A empezados y no me apetece aporrear los botones del ratón o las teclas de mi teclado gamer mecánico Corsair. No, todo lo contrario. Me apetece zambullirme en mis pensamientos y analizar cómo la edad afecta mi forma de actuar, de pensar, de disfrutar. Hace cinco años estaría como loco disfrutando de las últimas novedades para PC hasta altas horas de la madrugada. Ahora, los intervalos de uno de mis hobbys favoritos se acortan, y hay veces que incluso se van de vacaciones. Aunque siendo sincero, tampoco en exceso, no vayan a pensar algunos que estoy enfermo.
El caso es que esta noche no me apetece afinar mi puntería en Battlefield 4 o limpiar Santuario de demonios en Diablo3. Esta noche solo quiero dejarme llevar por el característico sonido que generan mis dedos a medida que voy escribiendo estas líneas con mi teclado mecánico (si no tienen uno, cómprenlo YA, consejo de freak) y recuperar una sana costumbre, la de plasmar lo que siento en este rincón tan personal y a la vez tan público. Chorradas varias pensarán unos, pensamientos efímeros y banales, dirán otros. Sea como fuere, son mis vicisitudes y como tales, tienen su relevancia.
Y como venía diciendo, la noche se ha presentado atípica. Con cuatro días de descanso por delante y poco planes, de momento, en la agenda, siento cierto desazón. Noviembre es un mes frío, gélido, que no me trae buenos recuerdos. Si a eso le sumamos el cansancio mental que arrastro desde hace semanas y los dolores físicos en mi pierna derecha, la ecuación evidentemente solo tiene una solución, que no es otra que el descanso sin ataduras. A ello me voy a entregar en cuerpo y alma estos próximos días.
Espero al menos, que la música no me abandone y que el teléfono suene lo justo. Son los mejores ingredientes para campear estos nubarrones otoñales.