miércoles, 9 de julio de 2014

Tres y hasta el infinito


Parece que fue ayer y ya han pasado tres años. Se dice pronto. De hecho, hasta me causa asombro y vértigo. Las dos a la vez, sí. Hablo de eso que ya no está tan de moda. El rollo ese de casarse. Y encima por la iglesia. Ahí, con un par. Lo confieso, lo hice enamorado. Y así sigo. En ese mismo estado. Todo un bofetón para los escépticos que creían que mi historia de amor con esa morena de miradas cristalinas y sonrisas infinitas sería el mayor batacazo de mi vida. Error. Craso error. Aquí seguimos. Enamorados como desde el primer día que decidimos besarnos y entendimos que por fin nos habíamos encontrado. Lo supimos nada más juntar nuestros labios. Se acabaron las esperas, los deseos, los desencuentros. El Mundo era (y es) nuestro ya.
Y como decía, de ese mágico momento han pasado ya tres años. Y sí, me reitero, parece que fue ayer porque con mi morena el tiempo pasa volando, yo diría que se volatiliza. Veo una foto de aquel día y me sonrojo. Con diez kilos de menos, bastante más pelo y los ojos sensibleros, de tanto llorar. Así soy yo, le dije. Y por ahora no nos ha ido nada mal. De hecho, de tanto querernos, respetarnos, acariciarnos y desbordarnos ha nacido el mayor regalo que jamás tendré: Lola. Poco más se puede añadir. Bueno sí, que van tres, pero que esto pinta hasta el infinito y más allá. Verdad pivón de Aguadulce? (sí, con V, porque me gusta más. Así soy yo)

FELICIDADES