sábado, 31 de agosto de 2013

De mescolanzas, periodismo y mis malditos bastardos


Hoy es un día de esos atípicos, raros, diferentes. De los que te dejan marcado una pequeña herida que siempre recordarás a pesar de que pasen varias décadas. Si se tiene en cuenta los antecedentes no debería de ser así. Sábado en la Redacción de Diario de Almería. Cargado de trabajo. Casi dos docenas de páginas por hacer para poder librar el domingo tras una semana dura post Feria de Almería en la que por no haber nada, no había ni para rellenar un breve informativamente hablando. Y sin embargo, tengo la fibra sensible. La culpa la tiene la última hornada de becarios que ha pasado los dos últimos meses partiéndose los cuernos por intentar que se note lo menos posible las ausencias que las obligadas (y merecidas y necesarias) vacaciones provocan en el seno de la Redacción y que entre ayer y hoy se despedían hasta el año que viene.
Debo de confesar que llevo ya casi a una década recibiendo a (proyectos de) periodistas ilusionados, ávidos de buscar noticias, de hacerlo bien, de importunar lo menos posible y ayudar lo máximo y nunca antes me había sentido tan a gusto como este año. Y eso que en la mayoría de casos la diferencia de edad superaba holgadamente la decena de años pero me he sentido como ellos. Uno más. Ilusionado por seguir aprendiendo y transmitirles lo poco que sé de este noble y necesario arte de informar que cada día que pasa está un poco más cerca del peligro de extinción. Nunca antes disfruté tanto ayudando a unos malditos bastardos (así los apadriné y así los llamaré y los recordaré siempre). Ellos me han devuelto ese regalo con sonrisas, complicidad, momentos de alegría y de distensión, algo muy necesario cuando la carga de trabajo te supera con creces. Y también, como es obvio, con menos trabajo, que es de lo que se trata.
Una fructífera mescolanza que me permite afrontar ahora el curso informativo que arranca en septiembre con otra manera de pensar, de actuar, de vislumbrar y de degustar esos mágicos momentos que te ofrece el periodismo y que había empezado a dar de lado. También de dejar esos kilos de más cogidos de forma agónica entre merienda y merienda en la Redacción rodeado de cruasanes y palmeritas de chocolate.
Por eso y por otros recuerdos y vivencias que me guardo en el tintero, solo puedo deciros una cosa:

Gracias Malditos Bastardos

P.D. Nos vemos en Madrid.

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