miércoles, 16 de octubre de 2013

365 días con mi Lola


Parece que fue ayer cuando una simpática enfermera preguntaba en la sala de espera de los paritorios por el padre de Lola López. Tardé en reaccionar más de 15 segundos. Aún no había asociado que esa era mi hija que acababa de nacer. De eso hace ya hoy justo un año. 365 días que han pasado volando y que han supuesto en mi corta pero intensa vida todo un acicate cargado de ilusión, alegrías, insomnios, preocupaciones extras y muchas dosis de paciencia. Lola, mi Lola, es ya toda una mujercita con tan solo un año. Ya tiene claro que le encanta Duncan Dhu (como no podía ser de otra manera) bailando sin parar cuando escucha las nuevas canciones de su último disco y que con ella no va eso de jugar con la comida. La quiere ya y ahora. Tiene a quién parecerse, sin duda.
Mi Lola es lo más grande que me ha pasado en mi vida. Es inexplicable, pero es así. Todo cambió desde el momento en el que me dejaron a solas con ella, piel con piel, y ya me demostraba su carácter llorando concienzudamente porque tenía hambre. Mentiría si digo que no daría mi vida por ella porque ella, y solo ella, me ha devuelto a la vida.
Mi Lola, mi gordita, mi croqueta, es cariñosa, despierta, excéntrica. Cuando vamos por la calle camino de la guardería no duda en saludar a todo aquel que pasa cerca de su carro y consigue, la mayoría de veces, arrancar una sonrisa de ese viandante malhumorado que desfila por la calle a las nueve de la mañana. Ella es así. Un torrente de felicidad en un frasco pequeño y condensado de 13 kilos.
Mi Lola me tiene loco. Una locura de la que nunca quiero escapar. Bendita incomprensión. Ella y solo ella es capaz de revolucionarme el cuerpo y desear que el tiempo se pare mientras la volteo por el aire y escucho sus sonoras carcajadas, síntoma inequívoco que nuestros lazos de unión son férreos e invisibles.
Mi Lola, mi dulce Lola, me ha conquistado. Beso el suelo que ya empieza a pisar con fuerza mientras se afana en erguirse. Es un ejemplo de superación, de crecimiento paulatino y constante. Esa es mi niña, mi Lola, mi pasión, mi infinito embriagador, mi cosmos particular, mi faro, mi guía, mi destino y mi inestimable y para nada cuantificable tesoro.
Hoy cumple su primer año en este mundo. Lo hacemos juntos. Seré siempre su sombra, su guardián invisible. Se merece todo y yo voy a esforzarme para dárselo. Prometido.

Muchas felicidades pequeñaja. Te quiero

2 comentarios:

  1. Aquí estamos tu madre y yo llorando a moco partío! Nos ha emocionado un montón! Te queremos!!

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  2. Dios o de salud!! Enhorabuena, lo mereces.

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