jueves, 10 de octubre de 2013

Sharleen, my sister and the magic of life. Crónica del concierto de Texas en Madrid


Sólo ella tiene la capacidad de tocarse sus partes íntimas ante más de 5.000 personas y que dicho gesto resulte sincero, necesario, erótico, pero para nada obsceno. Sólo ella es capaz de contonear su cuerpo sin prejuicios, tras un embarazo y una talla 48, siendo generoso. Sólo ella puede transmitirte su adrenalina y sus pulsiones a pesar de que no te conoce y ni siquiera sabe hablar tu idioma más allá de un Gracias o un De puta madre. Se llama Sharleen Spiteri y el miércoles por la noche, en la sala La Riviera de Madrid, me demostró por qué me enamoré de ella a los 16 años, y hoy, 17 años después, sigue siendo mi diva, mi musa de la música.


Cualquier descripción o calificativo se quedaría corto para describir lo vivido en el concierto de Texas, su grupo, su pasión. Era un sueño utópico. Pero eso ya es pasado. Ya podré decir orgulloso que estuve a escasos dos metros de Sharleen y que, en un instante, en ese preciso y único instante, me saludó y me guiñó su ojo. Ambos exhibimos nuestros anillos de casados. Eso da igual. La conexión se produjo. Su voz me hizo teletransportarme a otro lugar. Esa noche quedó claro que su portentosa voz, su inigualable voz, llena de matices y tonalidades, no ha perdido un ápice de frescura a pesar de que haya sobrepasado holgadamente las cuatro décadas de vida y lleve más de veinte años exhibiéndose por medio mundo.

El concierto del miércoles fue la prueba evidente de lo que es en esencia la música. Esa capacidad innata de quién la porta y la interpreta y que consigue transmitirte sentimientos, ideas, ilusiones, sonrisas, lágrimas, miedos... Sharleen lo ha hecho conmigo desde mi adolescencia. El miércoles, ya adulto, felizmente casado, padre de la niña más hermosa del mundo, volvió a hacerlo. Y se lo agradezco. Quizás nunca más la vuelva a ver. A tenerla tan cerca. A sentir que todo eso mereció la pena. Pero siempre me quedará esa sonrisa llena, rebosante de felicidad. Fue el mejor concierto de mi vida, sin duda. Y tuve la suerte de compartirlo con mi hermana, que me ha demostrado en 48 horas que eso de ser su hermano es más de lo que jamás antes había valorado.

Por eso le agradezco a Sharleen darme esta oportunidad. De escucharla, de verla, pero también de recuperar un vínculo de sangre adormecido. Esa es la magia de la vida: cuando menos te lo esperas da un vuelco y todo cambia, para bien esta vez.

Gracias Sharleen, por devolverme a mi adolescencia. Allí empezó todo. El miércoles recuperé el testigo. Siempre lo dije, I don´t want a lover, I just need a friend, my sister.

1 comentario:

  1. Muchas gracias hermanico! Yo también tengo que agradecerte que me hayas hecho escuchar tantas veces esa música tan buena que cantabas a grito pelao desde la habitación de al lado! Gracias a tí disfruté de ese maravilloso concierto y aprendí a valorar la buena música y tu excelente compañía! Aunque no te lo diga mucho, sabes que te admiro, estoy muy orgullosa del hombre y del padre en que te has convertido. Siempre estaré aquí para lo bueno y lo malo: TE QUIERO!

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