lunes, 16 de septiembre de 2013

De confesiones trasnochadoras


A estas horas yo ya debería de estar en la cama. Pero el insomnio está de vuelta y la mente se ha activado. Craso error. Es el peor momento del día para ponerse a pensar, demasiado silencio, demasiada soledad. Mi PC y yo. Nadie más. Mis dos chicas duermen plácidamente. Mañana les toca madrugar. Yo me libro. Es mi sábado y me niego a abrir los ojos antes de las diez. Por eso ahora me apetece soltarme. Ha sido una jornada larga en el  periódico con cierre casi de madrugada. Normal, por tanto, que ahora el sueño me haya dado esquinazo y mis ganas de aporrear mi flamante y sonoro teclado mecánico estén a flor de piel.

Debo de confesar que a pesar de que mi mente viaje mucho, a mí eso de hacer maletas y coger aviones no es de mi total agrado. Pienso y disfruto más con la última tarjeta gráfica que ha salido al mercado o hago cuentas para agenciarme el nuevo smartphone de Nokia, el Lumia 1020 (que caerá en breve). Siempre he primado mi escaso dinero a los gadgets tecnológicos. Por eso mi casa parece una central de la NASA con tanto cacharro electrónico de por medio. Lo de los viajes está muy sobrevalorado. En un abrir y cerrar de ojos ya estás de vuelta pero mi flamante monitor de 29 pulgadas ultrapanorámico me acompaña todos los días. Prioridades.

Buenas noches

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