Siempre me ha gustado rodearme de la gente que aprecio. De aquella que me hace sonreir y con su presencia afronto con más ganas e ilusión el futuro. Quizá sea por eso que son pocos los elegidos. Ya no todo el mundo pasa el filtro que interpongo ante mi (los desengaños ya se cuentan con más dedos que tengo en mis manos). Este sábado brindé con dos de esas personas (y así terminé luego corriendo bajo la lluvia con una pizza bajo el brazo). Y lo hice porque la vida puede ser maravillosa y si he aprendido algo es que siempre hay que mirar el lado positivo de todas las cosas. Dicho y hecho. Brindemos por las buenas y malas experiencias que nos depara este tedioso y a la vez fascinante devenir vital. Gracias compañeros.
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