domingo, 12 de septiembre de 2010

De ultratumba

Es la coletilla que acompaña a la cuarta entrega de Resident Evil y le viene como anillo al dedo. Soporífera, alborotada, infumable e incluso descafeinada. Son algunos de los calificativos para una película que desprestigia a la trilogía que le precede y que ejemplifica el mal rumbo que ha tomado esta gallina de los huevos de oro que ha terminado por estropear la imagen de la siempre sutil y convincente Milla Jovovich, sin duda, todo un despropósito cinematográfico.
Con un inicio esperanzador, coquetea rápidamente con la acción en la que prima mucho derroche de efectos especiales cutres y acrobacias circenses y cuatro sustos previsibles. Y acabar, pues ni acaba, porque cierra el telón con un final abierto para una nueva entrega, que esperemos que sea la última para dejar descansar de una vez por todas a la saga Resident Evil, demasiado maltratada ya por Paul W. S. Anderson, un encaprichado en adaptar videojuegos al séptimo arte y que tras esta última andanza debería replantearse dejar un tiempo tranquilo a este sector de ocio digital.
Sin duda, una noche de sábado mal aprovechada ya que la opción B era Lope y tras este gran fiasco -que incluso me ha quitado el sueño-, pienso que habría salido más contento tras apoquinar los 11 euros de rigor por dos entradas...

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