
Con un inicio esperanzador, coquetea rápidamente con la acción en la que prima mucho derroche de efectos especiales cutres y acrobacias circenses y cuatro sustos previsibles. Y acabar, pues ni acaba, porque cierra el telón con un final abierto para una nueva entrega, que esperemos que sea la última para dejar descansar de una vez por todas a la saga Resident Evil, demasiado maltratada ya por Paul W. S. Anderson, un encaprichado en adaptar videojuegos al séptimo arte y que tras esta última andanza debería replantearse dejar un tiempo tranquilo a este sector de ocio digital.
Sin duda, una noche de sábado mal aprovechada ya que la opción B era Lope y tras este gran fiasco -que incluso me ha quitado el sueño-, pienso que habría salido más contento tras apoquinar los 11 euros de rigor por dos entradas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario