martes, 21 de diciembre de 2010

Tron Legacy

Ofrece más de lo que uno se espera y encima, para rizar el rizo pone en escena a mi inseparable Nokia N8 (bendito gadget), eso sí en negro y no en el naranja pasión que calzo. Así puede resumirse, de la manera más subjetiva posible Tron Legacy, la secuela de una película transgresora en su época a la que le ha sentado muy bien el paso de los años dado que los efectos especiales, esta vez sí, están a la altura de lo que se pretendía en su predecesora.

Dinámica, entretenida, sin altibajos, por momentos épica (la carrera de motos futuristas pone los pelos de punta) y, también, con una pizca sentimental que no le viene nada mal para conformar un cóctel cinco estrellas.
Para aquellos como yo que no recuerdan nada de la primera, o que por el contrario no la han visto, pueden acercarse tranquilamente al cine puesto que su segunda parte ya se encarga de enmendar ese lapsus y ponernos al día para que no nos perdamos en la trama. Bonito gesto.
Sin duda, un producto altamente recomendable para un sábado lluvioso y resacoso y como no, acompañado de un combo de palomitas y fanta de naranja gigante. No te defraudará.

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