jueves, 24 de abril de 2008

Espacio y tiempo, una ecuación ya resuelta

Ando enrolado este último mes en una verdadera vorágine lectora. El capitán Alatriste ha raptado casi por completo el tiempo libre que puedo ahorrar a diario y sus aventuras, sus duelos con el hideputa de Gualterio Malatesta, la ascensión vital del joven Íñigo Balboa y los versos más satíricos y retorcidos de Francisco de Quevedo, me han enganchado de manera irremediable. Ayer, en otra de esas sesiones maratonianas, me quedé pensativo con una frase que cito textualmente: "Hay lugares que marcan la geografía de la vida de un hombre; y la Alameda de Hércules fue uno de ellos, como lo fueron el portillo de las Ánimas, las cárceles de Toledo, las llanuras de Breda o los campos de Rocroi" (*). Y me quedé de tal manera porque, tras un par de minutos de meditación he llegado a la conclusión de que yo también tengo un par de lugares como los que cita Íñigo Balboa, en este caso no tan bélicos y melancólicos. El más reciente y que consigue arrancarme más de una sonrisa es Siobo, un pub del centro de Almería famoso por sus caipiriñas y su extravagante y extrovertido dueño (la primera persona de color que llegó a la capital según cuentan algunos hace más de 40 años). Un lugar con mucho encanto donde celebré junto con el Alto Cojma la llegada del 2008 y en el que la ecuación del espacio y el tiempo terminaron de resolverse. Nuevas caras entraron en mi vida sin darme cuenta y ese lugar quedó para siempre marcado en mi geografía humana. El tiempo de espera acababa y nuevos proyectos e ilusiones entraban en liza, y por ahora, no pintan nada mal. Nunca fui el pitágoras de clase, pero esta cuenta matemática ha resultado ser más sencilla de lo que imaginaba. Supongo que será porque ya tocaba, ¿no?.
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Coincidencia, azares del destino, un golpe de suerte, no lo sé, pero ahí estaba yo. Un tanto obnubilado, incluso.

(*) El Oro del Rey (Las aventuras del Capitán Alatriste) - Arturo Pérez Reverte. Página 120. Ediciones Punto de Lectura, Mayo de 2006.

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