Reflexiones desde la barrera

Pienso, desde mi humilde opinión, que los humanos pecamos en exceso de la comodidad que nos brinda vivir en pareja. Y lo digo con la experiencia que te deja el haber convivido con una chica más de 7 años.
La seguridad, la tranquilidad, la comodidad o la falta de iniciativa, marcan sobremanera
la forma en la que terminas confeccionando tu vida, que al final, te das cuenta de que has dejado de ser tú mismo. Algo que provoca entre otras cosas que el amor propio, ese que tiene salir de los más adentro de tu cuerpo, pase a engrosar la lista del paro. Y hago hoy estas reflexiones porque por fin las estoy pudiendo plasmas desde la barrera, desde la ventaja que te confiere el no estar atado a nadie y que te permite, como casi siempre sucede en la vida, opinar de manera más objetiva. Por suerte, el amor propio, que casi era ya un objetivo de búsqueda en la cuarta película de Indiana Jones, vuelve a resurgir. Siento que me quiero más a mi mismo. Dicen que es bueno, muy bueno, quererse porque nadie lo va a hacer tanto como tú. Ahora me siento más cómodo conmigo mismo. Descubro que cuando me levanto por la mañana me agobia mirarme al espejo porque casi no entro en él. Empiezo a notar que necesito cambiar muchas cosas que antes, ensimismado en una relación cuasi eterna, no era capaz de discernir.
Todo eso ya ha pasado a mejor vida. Ahora, apalancado en un lugar de privilegio donde puedo decidir qué y cuándo hago tal o cuál cosa, me preparo a realizar la transformación. Eso sí, siempre, como no podía ser menos, desde la barrera (por si las moscas).