miércoles, 20 de agosto de 2008

Fuera de cobertura

Hoy todo aquel que ha intentado contactar conmigo se ha quedado con las ganas. Y no es porque me haya entrado un aberrunto autista y me he encerrado en mi casa con cuatro candados. Hablo del teléfono móvil. Tras más de nueve años portando este simpático aparatejo y despegándome de él solo durante minutos, hoy he tenido la oportunidad de pasar de él durante 24 horas. Un despiste, el estrés del trabajo o yo que se que me han privado durante todo un día de su presencia. Un reto, sin duda, en la sociedad movildependiente en la que vivimos de la que pocos pueden jactarse. Y debo de confesar que no lo he echado en falta para nada. Es más, hasta uno se siente más libre cuando deja de depender de un aparato transmisor de radiaciones y uno de los símbolos del capitalismo más exacerbado. Al fin y al cabo no me escondo y quién me busca siempre me encuentra -aviso para navegantes-. Mañana volveré con mi "mascota", a la cruda realidad pero prometo que repetiré la experiencia. Seguro.

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