Aire puro

Con perlas como "¿qué es eso que brilla en el horizonte?", "¿dónde está Laujar?" (habiendo cruzado el pueblo un par de horas antes) o "Tienes un 50 por ciento de posibilidades de volver con vida" transcurrió la jornada del domingo que ahora ya ocupa una parte de mis recuerdos. Seis amigos, muchos de la infancia, otros de la etapa educativa en el instituto, nos dábamos cita para recordar viejos tiempos y saber, como cada año que pasa, un poquito más de nosotros. El lugar de encuentro, el paraje de Monterrey, un espectacular y frondoso emplazamiento situado en las montañas que abrazan a Laujar de Andarax. El lambrusco, el chorizo frito y las risas no faltaron a su cita. Una reunión que me permitió descubrir que hay gente que aunque pasen los años te sigue apreciando y respetando como cuando la conociste. Una cita, que por ende, me teletransportó a un lugar paradisiaco que evocó en mi mente tantas y tantas ilusiones... Supongo que emanaban por la tranquilidad y el aire puro que allí se vivía. En cualquier caso, un momento para no olvidar. De esos que tan buen sabor de boca te dejan por todo lo que te regalan antes, durante y después de vivirlos. El día dio para muchas conversaciones. La eterna juventud, los planes de futuro, los casamientos o futuras adquisiciones rondaron en la plazoleta empedrada y un tanto envejecidad que nos recubría del frío. En definitiva, fogonazos de vida que me han permitido descubrir que la mía, no es tan rara ni diferente como muchas veces me empeño en pensar. Una experiencia, que como las natillas, me gustaría repetir una y otra vez. ¿Será posible? Tomo aire puro, del de las sierras escarpadas y boscosas de Almería, y no lo suelto (porque lo necesito). El año que viene más, seguro.



Dos de la tarde. Chorizos criollos morían calcinados bajo las ascuas de una vieja barbacoa. El menda, ana, jenny, toto, lagarto y mari estuvieron allí. Éramos los que estábamos pero no hacía falta nadie más. ¿Alguien dijo que las amistades imperecederas no existen? Que tome ejemplo.