domingo, 18 de julio de 2010

Metro 2033

Impresionado. Así me encuentro por dos motivos. El primero, y quizás más relevante, porque he disfrutado de otra obra maestra dentro del género de los shooters para PC, Metro 2033. Y segundo, y no menos importante, porque en dos semanas de vacaciones he vuelto a tener las ganas, el interés, la ilusión y el gusto de exprimir el potencial de mi ordenador de la NASA (así lo define más de uno cuando lo ve in situ) para ir más allá de internet y la ofimática y disfrutar de dos juegazos, primero fue Singularity y ahora el susodicho Metro 2033.
He sentido claustrofobia, he soltado más de una, de dos y de tres veces el ratón asustado por la inmersión en el juego y los sustos que me he llevado. He sentido que me ahogaba ante la falta de oxígeno en la superficie. En resumen, he vuelto a disfrutar como nunca de un videojuego que va de menos a más y que te deja, cuando comienzan a hacer aparición los créditos del final, con ganas de más, de mucho más.
Para el que no conozca esta obra de arte digital, se podría resumir con la frase del protagonista (Artyom) que permite su comienzo: "Nací en Moscú. Pero no recuerdo nada de aquella época, no era más que un crío cuando las llamas del fuego nuclear devoraron el viejo mundo. Cuarenta mil personas nos salvamos refugiándonos en las estaciones del metro...en las entrañas de la ciudad. Ahora, veinte años después, sólo un puñado de valientes se atreve a subir para recibir el abrazo de un invierno eterno... el metro era nuestro hogar y la fortaleza que nos protegía de los monstruos mutantes que vagaban por los túneles...Aun así, nunca renunciamos a la esperanza de volver a la superficie. Pero un día, se presentó una nueva amenaza que nos empujó a una guerra por la supervivencia de nuestra especie...".
Basado en la novela con el mismo nombre del autor ruso Dmitry Glukhovsky, Metro 2033 es una odisea contemporánea en la que la supervivencia de la especie humana recae en nuestras manos. Desorbitada y a la vez fascinante tarea que nos sumergirá en un mundo claustrofóbico a cien metros de la superficie y que nos hará recorrer las entrañas de Moscú a través de su línea de metro.
Un devenir en el que se nos cruzarán en el camino y frente a nuestras armas hermanos humanos renegados por las guerras internas de poder y otras especies animales más cercanas a las demoníacas. Simplemente, sublime.

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