
La noche del martes fue el momento propicio para una visita que por 4,5 euros te permite disfrutar de dos películas de cartelera de un total de ocho en sus cuatro salas. En mi caso la elección recayó en Eclipse y el Príncipe de Persia. Esperaba mucho más de la primera y apenas nada de la segunda, pero como suele suceder, mientras devoraba con ansias mis sandwiches medio de dieta y mis latas de fanta de naranja coladas de extraperlo en mis cojines (para quién no lo sepa se hace necesario de tan cómodo elemento para permanecer 4 horas en las desgastadas sillas de este cine de verano), terminé disfrutando con la segunda y deseando que la primera, por lineal y previsible, terminara.
Próximamente tocará ver la nueva de Shrek y la de Tom Cruise y prometo que esta vez si pecaré y terminaré devorando los sabrosos bocadillos de lomo que preparan en las Terrazas. Al final, lo barato sale caro, y engorda...
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