domingo, 9 de septiembre de 2007

Turronero

Del Levante al Poniente. De la capital al Medio Andarax. De La Envía al jacuzzi. No hay quien me pare. Me refiero a mis fines de semana. He perdido ya la cuenta de cuantos han supuesto una salida más allá de la capital. Lo que no olvido son las buenas sensaciones que se van pegando, como la grasa a la barriga, a mi mente. Si la semana pasada estábamos en Vera, viviendo el Espantapitas, este fin de semana el punto de destino era uno muy distante físicamente al municipio levantino. Adra nos esperaba con los brazos abiertos para hacernos gozar de sus grandiosas (e incido en este adjetivo calificativo porque tiene mucho de real) fiestas. Como siempre, acompañado de los míos, de los que nunca me fallan, volví a vibrar en un fin de semana que se tornaba duro por la despedida de mi malagueña (ya ha asumido un pequeño y especial hueco en mi gran corazón). Me acordé de ella, no lo voy a negar. Pero también me di cuenta de que no se pueden luchar contra los elementos cuando te presentas desnudo y desvalido. Me resigno a aceptarlo, pero lo acepto. Pero lo hago con la cabeza bien alta. No voy a esconderme en mi casa y amargarme, como haría un avestruz con su cabeza debajo de tierra. Este finde ha sido un ejemplo de ello. Me divertí, me reí, vi un precioso amanecer en la cercanía del mar y me recordé, con una inocente sonrisa, que esta es mi vida (y no paro de repetírmelo).
Esta vez, nos acompañaban unas invitadas de lujo. La familia de Giants, en este caso sus primas, aportaron el toque femenino para un fin de semana cargado de testosterona a raudales. Lo bordaron. Ya forman parte también de nuestra familia, ya se han creado lazos de parentesco. Ese es el objetivo. No parar de conocer gente. Personas que me hacen ver con sus comentarios, vivencias, que la vida es para vivirla con la mayor felicidad posible y que de nada vale amargarse, porque el que pierde siempre eres tú. Chapó para ellas (Alicia, Ana y Vicky).
Pero el fin de semana ha dado para mucho más. Sentando cátedra y rompiendo la dinámica de años y años pasados, mi siguiente punto de destino era Vélez de Benaudalla (Granada), para disfrutar con toda mi familia materna de una interesante reunión familiar (de esas que me he perdido a decenas por haber compartido mi vida con una persona antisocial). De esta forma, tras una jornada festiva en la que la hora de recogida alcanzó las 10 de la mañana, yo y mi NorC4, marchábamos hasta Vélez. Ha merecido la pena, digo ahora que me encuentro relajado, en la terraza de mi piso, saciando mi vista en el inmenso mar Mediterráneo. Vuelvo a decirlo... Esta es mi vida.
Como dice mi madre, me he convertido en un turronero. Voy de fiesta en fiesta. Allá donde el jolgorio puede estar presente, allá está mi persona. Vivo una segunda juventud, una que casi no he vivido a pesar de tener ya 26 años. Menos mal que aún me queda tiempo para rectificar y disfrutar. Me lo merezco.
Poco queda más que decir. Se presenta una nueva semana. La primera sin ella. Espero que pronto no tenga que contarlas porque ya no haga falta hacerlo. Eso sí, nunca olvidaré esa noche. Aún siento su corazón latiendo pegado al mío y sus cristalinos ojos oscuros en medio de la oscuridad. Inolvidable...

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Una jornada más de fiesta y despiporre. El Alto Cojma volvió a liarla, esta vez, en Adra. Para nosotros fue la noche, esta vez, acompañados de grandes féminas (viva Raul Piñeiro y sus primas jaja) ¿Dónde iremos el fin de semana que viene? Se estudian propuestas...

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