lunes, 5 de marzo de 2007

De desamores va la historia

Capear un vendaval amoroso puede ser una ardua tarea si no sabes discernir entre amistad, pasión, amor y porqué no, sexo.  Ando yo en mi divertido sábado (nótese la ironía enfatizada en la palabra 'divertido') cuando una serie de acontecimientos se entrelazan y conforman, en un pis plas, un aparatoso ciclón de lamentaciones. No es momento de sacar trapos sucios, ni siquiera de colgarse medallitas, pero he de confesar que se pasa mal cuando los sentimientos se entremezclan en tu cabeza y no te deja pensar.

Por esa razón he decidido que se acabaron los sufrimientos. Si ayer hacía un ejercicio de crítica a mi jornada laboral, hoy me ensañaré conmigo mismo para dejar claro que ante un desamor lo mejor es capotear como El Juli y salir por la puerta grande (como Dios manda). Hoy me he prometido a mí mismo que el 'motor' que cada día me da la vida no volverá a 'engrasarse' hasta que descubra que merece realmente la pena. ¿Soy un cobarde? ¿Me parapeto con una gran coraza? Ambas preguntas tienen respuesta afirmativa. Y la tienen porque la vida juega malas pasadas y hay veces en las que cerrar los ojos y huir para más tarde dejarse llevar es lo mejor que te puede pasar en un día lluvioso en el que te encuentras clavado en medio del campo con unas bermudas y unas gafas de sol...

Continuará

1 comentario:

  1. ¡Que gran mecanismo defensivo es la respuesta de huida o lucha!...Ahora toca luchar y nada de salir huyendo con el rabo entre las piernas, eh?...que no me entere yo...jeje

    ResponderEliminar