martes, 25 de marzo de 2008

Lunes al sol

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Veinte grados de temperatura. Sol primaveral. Una playa totalmente desierta. Rachas intermitentes de viento. Esa era la estampa que lucía hoy el litoral almeriense visto desde el siempre acogedor rincón de San José. Mi cara, para aquellos que han podido vérmela tras casi 5 horas expuesto al gran astro, me delata. Mi piel ha comenzado a tornarse, como suele comenzar a suceder por estas fechas, más oscura. Quizás en sintonía con mi forma de ser, como siempre a contracorriente. Ahora que se estila eso de que con la primavera la sangre altera, yo debería puntualizar que la mía ya se ha alterado de más. Tener cada vez menos pelo no tiene porqué entrañar que te tomen el pelo. Equivocarse es de humanos, y siempre hay riesgo de hacerlo más de una vez con la misma piedra pero llega un punto en el que esa piedra ya estorba en el camino y hay que quitarla. Así que, dicho y hecho. Y hablando de piedras, la tarde en la cala a las afueras de San José ha dado, además de para debatir de muchos temas y reir hasta la saciedad, para celebrar unas Olimpiadas playeras que buscaban drenar la grasa acumulada por el gran bocadillo (pan de Mercadona) de embutidos varios que acababa de ser devorado. Y debo de confesar que de las dos pruebas disputadas, distancia de salto y lanzamientos de pedrusco, he quedado vencedor indiscutible y absoluto en la segunda. Supongo que mi dilatada experiencia en esto de tropezarme con piedras y apartarlas de mi camino bien lejos me ha posibilitado realizar un lanzamiento a tanta distancia que ni siquiera el siempre gitano y berraco Víctor ha podido superar. Sea como fuere, y aunque hubiera quedado último también, siento que hoy he ganado en honestidad y entereza. Las dudas se quedaron hace tiempo en el recuerdo y un lunes cualquier como este me ha servido para reafirmar los pensamientos que pululaban por mi mente últimamente. Y es que sigo creyendo fehacientemente en el destino y las casualidades, otrora tan veneradas, han comenzado a tener poco sentido en mi vida. Pienso y creo que no voy a dejar de hacerlo, que las casualidades no existen y lo que pasa cada día tiene un sentido y una razón de ser. Hoy, primer día de playa oficial en mi haber en este movidito, ajetreado y variado 2008, quedará marcado en el calendario porque todos los días se aprende algo y hoy, además de reirme con mi gente, con los que nunca me fallan y no me pegan puñaladas traperas cuando menos te lo esperas, he dado un paso más en esa carrera cuasi universitaria que es la de quererme más y más y más. En ello estoy, y aunque no narcisista, creo que merezco más la pena de lo que algunas personas me han valorado, ¿no?. Y como diría Fito "y es que no tengo nada más que decir".

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